miércoles, 9 de noviembre de 2011

POEMA






Ah, tú, al cuál dirijo mis versos,
en tales momentos inconfesables de delirio,
escucho el canto del viento, su poetizar florido.
Te pierdes sin rastro como un pájaro,
con la misma intimidad de un sueño,
este verano, entre arbustos dislocados.
Te hundes, con plenitud, en el agua de este canto.
Yo, así, acónito, sin lágrimas, soliviantado,
dueño de tu ser, de tu mayor eternidad,
te abandono en este inaudito tiempo.
Muchos vientos mueven un péndulo.
Han pasado los años.
El viento mueve una palabra en su reseca mano.






RUMORES DEL MAR QUE ESCUCHO









Rumores del mar que escucho
aquí, en mi mente, semejante a ríos místicos.
Puros trinos o calurosos llamados,
alternativamente, maquinalmente
se escuchan impasible este verano.

En que idioma o insólito clamor,
con qué excesiva pasión y confusa voz,
determinación, odio y resentimiento importuna.

Y como duele escucharlo, simple y maravilloso,
en silencio y con languidez,
en una tarde, ahogada de frío, al pie
de un oscuro pino.