martes, 25 de enero de 2011

RESIDUOS

Oye las tardes ocupadas,
la calle aglomerada por cierta gente
que retorna a sus casas.

Oye como canta ansiosa la guitarra,
se queja de las cosas que suceden.

Así pasa el día, aquella calle se alarga.
Hablo del tiempo y su inmensa hora.
Así pasa el día, sin amigos.
El río es un arrullo, un constante bullir, un fastidio.

De lejos vengo a reclinarme en este árbol.
Es difícil no oír el trino de las aves a cada paso.
No se olvidan de mí, yo tampoco los olvido.

Nada en esta hora, sólo el silencio
en los caminos.
Sólo el silencio de árboles yertos
e inmóviles en el tiempo.

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