Quizá esta situación tiene sus defectos,
un paralelismo de fracasos e insatisfacciones.
Algo más que estar aquí
triunfando escasamente, desmenuzado,
en la grandeza y decadencia,
con tristeza céltica, con soledad griega.
Es quizá esta filosofía nómada
de mi alma que me aniquila,
esta melancolía sugestiva,
que me inclina a los pensamientos decadentes
en los demoledores tiempos de estos días.
Uno necesita, ante la terrible amenaza,
una caricia, una sílaba de acentos armónicos
que acierten con la vida,
con aquel sitio
más céntrico de la existencia.
Pero me lastima aquella certeza, esa enervada
luz que viaja con sutil hondura,
al grado que quema las pupilas.
Es un sentimiento que me arruina, me sofoca,
me comprime, me suprime,
me apunta temprano al vacío de la apariencia.
Las fuerzas
tienen sus límites
y los míos
caen agravados en la evidencia.