Un poema me lanzó al camino,
entonces dormía de cabeza
por una mujer,
por una mujer
que se hacía rogar
con flores y chocolates.
ERA UN PRESO EN SUS MANOS ENTONCES.
No había una razón
para no pensar en ella
ni un día en calma.
Siempre estaba allí
cuando entraba a mi cuarto
cuando salía a caminar.
ESCRIBO SÓLO PARA OLVIDARLA.
Tal vez no es suficiente
pero es mejor a no hacer nada.
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